Voodoo donas, el asesor.
Voodoo donas, el asesor.

Lo malo de ser agosto es que para poder disfrutar de las Donas Voodoo tienes que tomar en cuenta el tiempo de espera y aceptar que muchos más estarán frente a tí cuando llegues al establecimiento. Pero en verdad que vale la pena aguantar el calor y el tiempo invertido haciendo cola en esa línea que se antoja interminable a primera vista. Sea pues.

 Para mi suerte inicie la espera a la sombra de un árbol. Aquí, en la matriz, las colas siempre son largas. Después de unos minutos de estar en la fila escucho que alguien entabla conversación con un volumen de voz lo suficientemente alto -intencionalmente estoy seguro- para ser escuchado . “Hola, ¿como les va el día de hoy? No se asusten. No soy un tipo que se presenta al azar, soy un asesor profesional de donas…” (1) dice el tipo y escucho algunas risas suaves.

Forzando mi apariencia a la de turista tomo algunas fotografías de la fila y los trovadores, aprovecho para ver lo que ocurre a mis espaldas. Ahí está, veo al tipo que se presentó parado frente a dos veinteañeros, sonrisa en la boca y haciendo algunas preguntas para romper el hielo. Cabello rubio y ralo, patillas delgadas alargadas, camisa desabrochada mostrando una camiseta colorida, lentes obscuros. Planchado su pantalón. Era suelta su actitud, mostrando tener muy buenas habilidades para solciabilizar.

Que venían de California y deseaban probar las donas de Voodoo  le decían los interlocutores al asesor correspondiendo también con sonrisas. Uno de ellos, el más delgado y alto, no pudo tomar a tiempo el menú que le ofrecía el asesor profesional. Antes de que deshiciera el nudo de sus brazos cruzados, su compañero lo tomo solícitamente.

El asesor de donas de Voodoo donas.
El asesor de donas de Voodoo donas.

El asesor, con mucho más estilo que los merolícos del Metro de la Ciudad de México, pero con igual efectividad, enumeraba los tipos de dona, una tras otra, haciendo preguntas y describiéndolas. “La grasa no siempre es mala, ¿sabes?¿Alguna vez has desayunado tocino?… pues te van a encantar nuestra bacon maple bar, la única dona con tocino en el mundo…”. Luego listo ingredientes de las que tienen crema de cacahuate y galletas Oreo como decorado(Old Dirty Bastard), de las que tienen forma de fantasma de caricatura con brazos-cabeza-feroces dientes y daga en el corazón sobre un decorado de chocolate(Voodoo Doughnut). Sus descripciones eran muy detalladas y las aderezaba con comentarios sobre los sabores exóticos de estos productos.  Eran tales sus artes descriptivas que me saboreaba la boca de imaginar tantas delicias. Un lugar especial y una maravillosa descripción tuvo la Portland Cream, reconocida como la dona oficial de la ciudad. Estar escuchándolo no solamente me abrió el apetito, sino que me ilustro para conocer  la inmensidad de donas que es posible elaborar.

Pero quizás lo que más me mantenía maravillado, era percatarme de la inimaginable cantidad de oficios con las que una persona puede ganarse la vida honradamente.  Quién sabe, quizás algún día las Universidades del mundo ofrezcan la carrera de Asesor Profesional especialista en donas, impartiéndoles sólidos cimientos técnicos-sociales para hacer crecer y prosperar a la pujante industria de los productos donde “The Magic is in the hole”.

La fila seguía avanzando, los minutos pasaban, nuevos trovadores aparecían en escena. El asesor profesional buscaba nuevos escuchas y rogaba por “paciencia que normalmente la espera no es demasiado y verán que vale la pena el esfuerzo…”.

Recordé al tipo aquel a quien contrataban para lidear con Jim Morrison. ¿Sus credenciales de trabajo? Ser muy buen tomador, de tal suerte que aguantara el ritmo de bebida de Jim. Además saber de cine y filosofía lo suficiente para no solo sostener una discusión con Morrison, sino salir victorioso.  Quizás cuando le preguntaban cual era su oficio decía “Controlador profesional de borrachos drogadictos”.

O, si ha de creerse en lo que se dice en la calle, el oficio de aquellos dobles de cine que se especializan en mostrar su trasero, para proteger el pudor del actor-actriz principal. William Thacker -Hugh Grant- decía en Notting Hill “¿Y que pone en su pasaporte?…. ¿Soy el trasero de Mel Gibson?”.

Si. Aquí en Gringolandía hay una serie de trabajos por demás extraños. Su gran economía puede darse el lujo de dar estas ofertas.

La fila de clientes. A ellos los asesora.

(1) Hi, how are you today?… Please, don’t let me scare you. I am not just a random guy. I am a professional doughnuts adviser…”

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