Janis Joplin
Janis Joplin

Platicábamos de esas cosas que tienen importancia cuando te preparas para hacer comida con sabor a tu terruño, compartiendo nostalgias con tus amigos, una mañana de sábado sabiendo de antemano que después de comer iniciaba la fiesta. Eramos cinco, caminando por la calle de acceso al departamento de la novia de P, haciendo planes, riendo.

Ahí la vi por primera vez. Caminando hacia nosotros, de prisa,  su pelo suelto, morral al hombro, huaraches. Saludó primero a E y su hermana, a volapié, sin detenerse mucho en el encuentro. No era alta y sus Levi’s desgastados parecían querer romperse en la zona de sus caderas y sus piernas. Yo, viendo impresionado su cara, su sonrisa y escuchando el acento de su voz al hablar.  Cuando nos cruzamos le sonreí y ella sonrió conmigo.

Con la mirada y un gesto de “quiero respuestas” cuestione a mi amigo: “Es una morra de Mexicali..”, dijo. “”Ni te alborotes, no seas volado…” dijo E. Antes de entrar al departamento la vi alejarse hacia la salida. En la Av. Universidad había poco tráfico y para mi solo ella y su caminar. Esos Levi’s, que caray. Los sabía lucir, le quedaban perfectos. “El calor las moldea y el frío las templa”, decían de las mujeres de Mexicali haciendo referencia a su belleza y sus cuerpos bien formados. Si, de Chicali. Mi paisana. “Vive en el edificio de a lado..” había dicho E. De seguro viene a la pachanga, dije para mí antes de cruzar la puerta de entrada al departamento.
“¿La que esta en el Centro?”. “Esa mera, la Academia de San Carlos“. Pintura. Perfecto. Una chica artista. Y seguramente inteligente. Tenía que conocerla. “Invítala, no seas gacha…”. Que no me preocupara, dijo E. Las probabilidades de que nos visitara esa tarde eran grandes, añadiendo cómplice “¡A ver si se te hace, canijo!”. Emocionado, solamente sonreí en tanto cortaba los tomates para agregarlos al bisteck ranchero.
Preparamos la comida, tomamos cerveza, platicamos, escuchábamos música, reíamos, hacíamos planes, comimos hasta llenarnos. Pasaron las horas y yo seguía pensando en la del acento norteño, piel blanca y pantalones de mezclilla.

En la noche tocó a la puerta. Cuando salí de la cocina ella ya estaba en la sala. “Aquí este cabrón no dejaba de preguntar si ibas a venir” dijo P y ella, porque no escucho o no quiso apenarme, sonrió y me tendió la mano. Yo le di mi nombre y P lo reforzó diciendo mi alias. “Soy A…”, dijo ella. ¡En la madre, “A” de Janis! respondió mi mente bajo el influjo de las cervezas tomadas.

Si, esta chica se parecía a la Janis. Aunque para mí en ese momento, A era superior. No porque cantara mejor, o porque fuera más famosa. Sino porque en esa primavera chilanga la de Mexicali estaba presente en esa fiesta y hablaba con ese acento norteño que me encantaba. La que cantaba blues tenía ya varios años en tierra de difuntos.
Ella estaba aquí, no la Janis. Tal vez por eso yo no podía dejar de ver ese pantalón de mezclilla azul, deslavado.

photo credit: LookingforJanis via photopin cc
Licencia Creative Commons
Este obra de http://lastierrasdelrincon.org/ está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.

Un comentario sobre “"A" de Janis

  1. Compa, yo no conocí a A, ah… pero que padre la narración, evocaste algunos sábados que esa antesala de la preparación de la comida, pisteada, compañerismo, los recuerdos… compa…. Abrazos y cuídate…. Saludos

Responder a Manuel Oscar Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *