¿Dónde escribo? En mi cuarto, casi siempre. Una mesa de madera, una silla también de madera y ruidosa, un cojín sobre el asiento. Mi laptop sobre un colchón para enfriamiento de la batería.
Libros sobre la mesa recargados contra la pared donde veo títulos que prometen enseñarme el arte del bonsái, cómo escribir novelas o esas partes de la ciudad de México que Fabrizio Mejía describe con tanta lucidez. Literatura y ensayos que veo día a día, noche a noche, complementan los otros libros que están en la parte superior de la cómoda, a unos centímetros de la mesa, donde coloco los de novela negra. Dos porta revistas que contiene mis cuadernos de notas, copias e impresiones de documentos que me interesan, unos DVD encima de los libros.
Un pizarrón blanco con los nombres de los días de la semana y cinco espacios bajo cada uno de ellos delineados en color negro. En la parte superior izquierda la palabra Mes al inicio del renglón, invitando a escribir con plumón lavable el nombre correspondiente. Algunas anotaciones mías en color negro y azul, un número de 4 cifras que ya no recuerdo que significa. En las casillas de lado derecho, las más cercanas a mi cuando escribo, números de tres y dos cifras separados con un guión que me dicen el número de palabras y el día que las he escrito. Doce anotaciones escritas a diferentes colores, sin algún orden en particular.
Leer más